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miércoles, 20 de abril de 2011

je...que tul? yo de vuelta por aca...y por una buena causa!

lunes, 4 de enero de 2010

SANDRO

Simplemente una palabra: GRACIAS


domingo, 27 de diciembre de 2009

ESA COSA QUE LLAMAN "LAS FIESTAS"

Las odio. Así, sin mas. Las o-di-o. Mucha gente las odia pero no se anima a confesarlo. Piensan: "qué va a decir la gente, que soy un amargado/a".
Pero yo lo digo y al que le moleste, que comente y al que no, que comente también. (la chica hacía cualquier cosa con tal de que comentaran). No soporto esa careteada, donde todos se juntan a celebrar cosas que ni saben que son, comen dulces y cosas llena de calorías y después no saben que hacer con la panza, se emborrachan, tiran cuetes y se hacen regalos bobos (motivo éste por el que se critican toda la semana, hasta que se juntan de vuelta para festejar el 31, "mirá la pavada que me fue a comprar o que le compró al nene, con la plata que tiene hubiera gastado un poco mas, qué le hace, si el marido es abogado").
Se odian, pero se dicen "Felices Fiestas" y se abrazan y se besan. Pero con la mirada se dicen de todo.
Otra gilada tremenda es "el arbolito". Un árbol que de árbol no tiene nada, con adornos que los árboles verdaderos no tienen y lucecitas que producen incendios. Encima ahora lo top es el arbolito negro, ¿de dónde lo sacaron? ¿de los bosques quemados de Córdoba?.
Así que digan lo que digan seguiré odiando esta gilada, y me seguiré quedando acá mientras escucho cuetes que asustan a mi gatito.
He dicho.
P/D: Ahora van a salir diciendo que no considero a las fiestas como tiempo de reconciliación y de paz y amor.
Les contesto: NO.

sábado, 19 de diciembre de 2009

ESE GATO

Un día apareció. Pasaba por un tapial con su madre. Ella saltaba, pero él no podía. Era chiquito, estaba mojado por la lluvia y estaba muerto de hambre. Después desapareció.

Al otro día fue bajado del techo. Comió como nunca había comido. Durmió dentro de una cajita. Al otro día volvió su madre, él la extrañaba y se fue con ella. Esa noche llovió y nuevamente se mojó y se murió de hambre. Al otro día volvió y otra vez comió como nunca. A la noche se fué con su madre. Ella lo dejó solo para ir a buscar comida. El, chiquito, corría bichitos con el peligro de salir a la vereda y ser comido por un perro. Fue rescatado. Lloró, extrañaba a su mamá. Después, aparentemente, se olvidó. Siguió durmiendo en la cajita y comiendo como nunca. En este momento duerme arriba de un sillón. Es hermoso. Su nombre es Andry.