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lunes, 11 de mayo de 2009

VA SIN INTENCIÓN

Este cuento lo escribí porque se me ocurrió, tenía muchas ganas de escribir algo, pero no sabía qué, entonces, miro la TV, ¿y a quién veo? A Macri. Y dije ¿por qué no escribirle un cuento a Macri? Y lo escribí. Y acá está. Pero aclaro, no va con intencionalidad, para política está mi otro blog.


MACRI

Macri se dió cuenta que hacía mucho que estaba sentado en su sillón del Gobierno de la Ciudad. Y dijo:

-Voy a estirar las piernas.

Bajó las escaleras y salió a la calle. Parecía que todo estaba bien. Caminó dos cuadras y vió que un camión se había caído en un bache. El cargamento de naranjas se había desparramado y los vecinos las juntaban en baldes y ponían carteles en sus casas que decían: VENDO NARANJA BARATA.

Siguió caminando y se encontró con una montaña de residuos. Y atrás de la montaña estaban los vecinos de la villa 31 protestando. Siguió caminando y vió que los semáforos no andaban.

Siguió caminando y vió una escuela. Entró y vió que dos chicos se daban puñetazos. Tres cursos se retiraban por falta de profesores. Los chicos que tenían que hacer educación física estaban sentados porque todas las pelotas estaban pinchadas.

Le dieron ganas de ir al baño, pero vió que eran un asco. Entró en un aula y se la cayeron pedazos de pintura en la cabeza. Entró en otra aula y los chicos estaban sentados en el suelo porque no tenían bancos. Yentró en otra aula y todos tenían puestas camisetas de River. Y ahí se dió cuenta que la Capital andaba mal.


LA 99

sábado, 9 de mayo de 2009

GRANDES INSULTOS

Aquí les traigo un texto de Oliverio Girondo, donde hay una serie de insultos bastante imaginativos.

ESPANTAPÁJAROS 21

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.

Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.

Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas, que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.

Que cuando quieras decir "Mi amor" digas "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú quien se arroje a las salivaderas.

Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti; se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia, que tu único entretenimiento consista en instlarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un sólo instante, de lamerle la cerradura.
Oliverio Girondo, Espantapajaros y otros cuentos.

sábado, 2 de mayo de 2009

UN CAPITALISTA Y UN COMUNISTA

Un comunista vino a Argentina. Caminaba tranquilo, sabía que ningún argentino sabía que él era comunista.



De pronto, un capitalista engalanado con cintas azules, rojas y blancas lo vió en la calle oscura, apenas iluminada por una farola, donde caminaba el comunista. Se dió cuenta que era comunista por la forma de caminar. Sacó su pistola y le gritó:



-¡Comunista! ¡Ahora te voy a matar!


El comunista hizo un chasquido de dedos y apareció una sorpresa: el colectivo línea 57 avanzó sobre el capitalista, lo iluminó con sus lñuces y lo atropelló. El capitalista rogó:


-¡Por favor no me pise! ¡Por favor! ¡ahhh!


El 57, que jamás pasaba por esa calle, siguió su camino rumbo a la avenida. El chofer había sido sobornado por el comunista.


El capitalista quedó tirado en la calle, con su pistola en la mano. Sus cintas azules rojas y blancas, empapadas en sangre.


El comunista miró al capitalista y se horrorizó. Nunca antes había visto eso. Recordó sus sueños de niño: llegar a la Luna, pero nunca matar a un capitalista.


De pronto, se dió cuenta que el capitalista respiraba. El cominista le levantó la cabeza del suelo y le miró su cara, con muchas heridas. Corrió hasta una casa y pidió que llamaran a una ambulancia. Ésta llegó, cargó al capitalista y se lo llevó al hospital. El comunista quedó solo. Pensó que ese hombre que había intentado asesinarlo y que él había intentado asesinar quizá fuera el único amigo que podría hacer en este país.
Fue hasta el hospital y le dijeron que el capitalista mejoraba poco a poco.
El capitalista despertó y vió al comunista.
-Si no hubiera sido que mandaste llamar a la ambulancia, tu propósito se hubiera cumplido.
-Y si yo no hubiera sobornado al colectivero, tu propósito se hubiera cumplido.
Y, como se dieron cuenta que ninguno de sus propósitos se habían cumplido, se dieron la mano, porque estaban MANO A MANO.
Y, para ellos, en ese momento, terminó la Guerra Fría.


LA 99